viernes, 22 de febrero de 2008

UNA GRACIA EXCEPCIONAL



Aunque asistía a misa los domingos con mi familia, empecé a alejarme de los sacramentos, en especial de la Confesión y por ello de la Comunión, me horrorizaba poder comulgar en pecado y no estaba dispuesto a dejar de ser como era.

Entendía que mi bautizo no podía ser un trámite humano, sabía que Dios me quería por hijo, pero mi Soberbia metía un ruido tal, que me era imposible oírle, el descuido en la oración cotidiana y el puro formalismo fueron causándome grietas en las defensas y los serios resbalones que precipitaron mi caída a la fosa, el Mundo me parecía delicioso, lo sacrificado, la mortificación y el esfuerzo me parecían medievales, así que relajé los mandamientos, coloqué enmiendas y situaciones para saltárselos, en mi total insensatez juzgaba a todos por todo, el ‘Para mi’ era el exordio a toda justificación, la oscuridad más espesa me envolvía; por que yo, digo yo, yo...

Pasaba más tiempo muerto que vivo, así transcurrieron años que debían ser para el heroísmo, mis fuerzas se afanaron en el goce egoísta de la creación, acomodado en lo inmediato y en el enrevesamiento, caza y trampeo de toda ocasión.

Transcurrieron los más tibios años de mi vida en una adolescencia y juventud pagana, sin virtud ninguna, todos los dones que el Señor me dio los despilfarraba aprovechando tener aquellas dotes que este mundo más aprecia y que somete a quienes lo sirven a una recia esclavitud.

Con mis murallas derruidas, mis baluartes saqueados, las puertas abiertas, sin ejército, sin fuerzas, desnutrido, flaco, en la mazmorra yacía atado, encadenado, amordazado, esclavo del más violento, mentiroso, cruel y tirano de los señoritos.

Creer en esta situación asquerosa, que uno se vale por sus propias fuerzas, es sin duda, el botón que muestra lo necio que he llegado a ser.

La idea que tenía de Dios era totalmente deformada, la definición de quién era Dios que podría dar en aquel tiempo mostraba con claridad como yo desconocía el Amor.

Tengo por excepcional Gracia que siempre he querido y tenido a la santísima Virgen María como Madre, es sus múltiples advocaciones en especial la del Pilar,Carmen, Fátima, Lourdes y Guadalupe. Si existía en mi corazón una zona no podrida, esa era sin duda el rincón donde crecía el rosal de la Virgen. Me emocionaba hasta las lágrimas las Letanías del Rosario cuando ocasionalmente lo oía; ....refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos...

La mirada a Dios desde el Orgullo es el comienzo de la caída, la naturaleza arrastra y la carne ciertamente es débil, sí, pero la voluntad propia contraria al Creador es necesariamente letal, el que yace en pecado mortal ciertamente esta muerto.

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