viernes, 29 de febrero de 2008

SÓLO CON JESÚS SE PUEDE CAMINAR.

Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. El Señor da plenitud a la ley y los profetas, medito tu Palabra; ‘Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandamientos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre’.
El salmo 118 es oración que nos ayuda a meditar la Palabra de Dios revelada en la Ley. El entorno en el que vivimos donde las leyes y mandatos son alterados y acomodados invita a que cada uno sea atrevido, imprudente y carente de fundamento.
Ahora, cimentados de verdad en roca, tomemos los mandamientos como son, acomodémonos a ellos, esto es, seamos radicales, cambiemos todo lo que en nuestras manos esté para cumplirlos, que el Señor viene con nosotros y es la fuerza que nos sostiene, pues somos débiles, muy flacos en ocasiones traicioneros, pues hemos pasado tiempo sin batallar y pequeñas cuestas nos parecen insuperables, tenemos que aprender a luchar. Sólo con Jesús se puede Caminar.
Cuando caemos, por que no velamos, por que no oramos, por que tomamos el camino que no debemos, tenemos un sacramento maravilloso, la Confesión, si, nuestra Cruz está hecha con la madera del confesionario.
A menudo nos dicen con ironía; ‘vosotros que ¡Que fácil! ir a confesarse, decirlo y ya está’. Se les olvida que primero hay que reconocer que uno a pecado, que la ley es la ley y yo un trasgresor, como criatura frente a Dios mi creador, ellos ya aquí descarrilan por que han acomodado la ley a sus errores y delitos, de aquí ya no pasan, sentir dolor, que a veces es intenso y profundo y otras veces es dolor somero pero sincero de no querer ofender, propósito de enmienda, esto es ser batallador; implica cambiar hábitos, costumbres predisposiciones, situaciones, alejarse de la ocasión de pecar y del trato cercano con los chicos que nos hacen caer seguro ( ésta creo es la clave del propósito de enmienda), ‘prometer’ no volver a caer, renunciando incluso amistades y demás ( tranquilos, Todo hueco que hagamos Dios lo rebosará), esto de repetir frustra a menudo, en que volvemos con las mismas miserias y es que los miserables suelen tener hambre y sed, comen y de nuevo, una y otra vez, y de ello nace la enfermedad. En la confesión, es Jesús mismo quien opera el corazón, lo cose, lo mima, nos abraza, meditar la Pasión y la confesión semanal es fundamental si quieres Caminar.
Hace unos días decía la primera lectura:
2Reyes 5,1-15a
En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: "Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría: él lo libraría de su enfermedad." Naamán fue a informar a su señor: "La muchacha israelita ha dicho esto y esto." El rey de Siria le dijo: "Ven, que te doy una carta para el rey de Israel." Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: "Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad."
Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí." El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: "¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia." Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: "Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?" Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes."
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel."
Fijémonos en todos los detalles, tenemos que meditar la Palabra, sin extravagancias, ni interpretaciones separadas de la Iglesia. En todo conformes a la Santa Iglesia Católica, tu Madre.
Queremos ser sanados a nuestra manera, Dios es Dios, déjalo hacer a la suya. Si, lavarse siete veces, nosotros en nuestro Jordán; el agua del costado de Cristo crucificado por amor a mi, y muerto que entré en el confesionario, ahora salgo Vivo en la Sangre de Cristo que es Vida, y en abundancia. Mira lo que se pregunta el rey de Israel ante la carta del de Siria.

Si te vieras salir del confesionario, te aseguro que brillas, dentro de ti sale luz de lo inmaculado que estás en la presencia de Dios.

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