jueves, 30 de agosto de 2018

J H S




Por una parte encontramos aquellos discípulos escandalizados, incapaces de querer comprender lo que Jesús ha anunciado, que lo reinterpretan a su modo y, encima, lo contarán a los demás peor, desfigurado, como una caricatura. Critican a Jesús: ya nada les parece bien de lo que dicen, acaban cobrando odio a su Persona. Jesús es bueno y manso, pero también es claro y decidido y no elude poner a cada cual ante la Verdad. Tiene paciencia, infinita incluso, pero sabe lo que hay en el corazón de cada hombre y sabe que muchos están con Él pero no creen. Éstos lo abandonarán. Mejor, así no incordiarán ni vivirán en una mentira entorpeciendo cuanto haga el Señor.


Por otra parte, encontramos al grupo de sus apóstoles, confusos, y que no acaban de entenderle, pero que han descubierto en Cristo algo que corresponde a su corazón, al deseo más sincero y hermoso de su corazón. Nadie jamás les habló así, nadie captó mejor su propia persona y la respuesta a sus búsquedas. Pedro se convierte en portavoz: "¿A quién vamos a acudir...?" Le seguirán, no se apartarán de Él. Han optado por el seguimiento de Cristo sin que Cristo les haya forzado a nada, sino poniéndolos ante su propia libertad para que decidan: "¿También vosotros queréis marcharos...?"

No hay comentarios: